Señor Presidente, señor Secretario General de Naciones Unidas, excelencias, jefes de Estado, jefes de Gobierno y demás altos representantes de los pueblos del Grupo, del Movimiento de los No Alineados, reciban un cálido saludo de afecto y de compromiso.
Y con este cálido saludo, les digo que para mí es un honor dirigirles la palabra a ustedes este día histórico, en esta Cumbre histórica, a nombre de los gobiernos de América Latina y del Caribe, y más allá de nuestros gobiernos. Ojalá pueda mi palabra representar de alguna manera a los pueblos de nuestra América, así la llamó desde aquí mismo, hace muchos años, el apóstol José Martí.
Saludo desde aquí, desde este sitio, con mi corazón de latinoamericano, de martiano, de bolivariano y de revolucionario, al insigne compañero Fidel Castro, y pido que, le demos un aplauso desde aquí, desde este salón.
Con todo nuestro fervor fraternal. Hemos oído sus saludos, sus mensajes, por parte del señor presidente y amigo, Raúl, el parte del señor canciller, Felipe Pérez Roque. Ayer lo visitábamos en la mañana, y estaba recordando Fidel que, su padre, su padre de ellos, le encomendó a Raúl, era el más pequeño, que se lo trajera a estudiar a La Habana, y resulta que Fidel se lo llevó, a echarle tiros al cuartel Moncada. Era parte del estudio, ¿no?
Y cuando yo digo esto, y recordamos al cuartel Moncada, es que lo digo, para quizás con ello, pedir a todos, que asumamos a conciencia el lugar en donde estamos, y el momento que estamos viviendo, después de cuántos años, estamos aquí, reuniéndonos de nuevo en la Cuba revolucionaria, ejemplo… este pueblo cubano y su líder, Fidel, sus líderes ejemplo de resistencia, de dignidad, ante los atropellos permanentes del imperialismo norteamericano, ejemplo como nuestros pueblos.
Pero he aquí, un ejemplo vivo, presente, digno ante nuestros propios ojos, que necesario es reconocer.
Excelencias, pues sí en nombre de nuestro grupo latinoamericano y caribeño hago llegar esta gratitud, este saludo, por la acogida, por la cálida hospitalidad que nos brindan ustedes, aquí en Cuba, y el saludo a todos los participantes en esta Cumbre. Deseamos éxito, y estamos seguros que tendrá Cuba mucho éxito en esta difícil tarea, estos próximos tres años, al frente de la Presidencia de los No Alineados.
Venezuela, por nuestra parte, Fidel sabe, Raúl sabe, toda Cuba sabe que Venezuela se pone a la orden de Cuba, de la Presidencia de los No Alineados, para ayudar modestamente a impulsar lo que pudiéramos llamar una nueva etapa, o una nueva era, necesaria es en nuestro Movimiento, porque hay una nueva era en el mundo, y necesario es que nos acoplemos a la nueva era que se levanta en el horizonte mundial.
Reconocemos, felicitamos al gobierno de Malasia, al Primer Ministro de Malasia y a su pueblo, por el excelente trabajo durante estos últimos tres años; señor primer ministro y amigo, Abdullah Badawi. Felicitaciones, a Malasia, un ejemplo, Malasia es otro ejemplo de país que fue capaz de resistir la embestida salvaje del neoliberalismo; y ahí está Malasia con su propio modelo nacional.
Hace poco tuve el honor de volver a Kuala Lumpur y a Putrajaya, un propio modelo, su modelo endógeno, no impuesto desde fuera, igual como Cuba, fue capaz de construir su modelo. Muchos decían que Cuba se iba cuando cayó la Unión Soviética, que no duraba un segundo Cuba. Henos aquí, pues. Hoy Cuba… El año pasado creció la economía en casi 20% en Cuba, y no hay desempleo en Cuba.
La mortalidad infantil es de las más bajas del mundo, menos de 6 por mil niños nacidos vivos; la educación excelente y extraordinaria; ahora Venezuela, y nuestro pueblo y nuestra Revolución, se ve tan favorecida por la cooperación cubana y la integración de nuestras dos revoluciones, de nuestros dos pueblos.
Aquí habló Ahmadinejad. Yo no sé si Lukashenko va a hablar ahora, ¡claro que tiene que hablar!, Raúl.
Igual, desde ahora mismo, saludamos al gobierno y al pueblo de Egipto, para irnos preparando a la próxima Cumbre, allá en El Cairo. Seguramente, también tendrán ellos la responsabilidad a partir del 2009, perfilando esa nueva etapa, que habrá que pensarla, no por tres años, ni para una década, sino este siglo, el siglo XXI que comienza; 45 años pues, tiene nuestro Movimiento.
Yo solo quiero hacer una reflexión, pero créanme que la he estado pensando mucho, porque a uno le preparan papeles y muchos papeles, y todos buenos, y reflexiones, pero, Raúl, además, yo no sé si me copie yo de él, o él se copio de mí, pero todo lo que tú dijiste, yo lo tenía por aquí para decirlo; así que no voy a repetir lo mismo, y las interesantes reflexiones de Raúl, y las interesantes reflexiones de Ahmadinejad, y de todos los que me han precedido, bueno el primer ministro Badawi.
Solo una reflexión, la que he venido pensando, seguramente en la mesa de trabajo tendremos más tiempo. Pero fíjense, hermanos de Asia, hermanos de África y de Europa, ustedes que nos visitan, pues, a este Caribe, a este Caribe nostrum, a esta América Latina; igual que ustedes, colonizada, arrollada, masacrada durante siglos.
Estaba recordando ayer, querido amigo Leonel, presidente dominicano, el libro de ese insigne dominicano: don Juan Bosch, un buen libro que siempre recomiendo. Él me lo obsequió allá, en Santo Domingo, en sus últimos días de vida, tuve el honor de conocerle, De Cristóbal Colón a Fidel Castro. El Caribe frontera imperial. Aquí llegaron todos los imperios, al Caribe y a la América, a través del Caribe a nuestra América.
Aquí en esta nuestra América comenzaron los procesos revolucionarios de independencia, hace siglos. Ahora, vinieron concretándose en movimientos revolucionarios, movimientos independentistas, más acá de las rebeliones indígenas, memorables rebeliones, que habrá siempre que recordar, para no perder nuestras raíces.
Decía José Martí precisamente eso: “Debemos ser radicales…”, porque debemos ir a nuestras raíces. Ser radical no es ser un loco, como algunos quieren significarlo. Ser radical es ir a las raíces; vamos a nuestras raíces, seamos verdaderamente radicales, a lo martiano, a lo bolivariano; desde aquellas rebeliones aborígenes de los aztecas, de los mayas, de los aymara, de los caribes, de los incas, de los mapuches, de los guaraníes, los habitantes originarios de estas tierras. Uno de ellos está aquí, el descendiente de uno de ellos, en línea directa, es presidente, Evo Morales, presidente de Bolivia, porque ha resucitado el pueblo boliviano.
Ha resucitado el pueblo indígena, de siglos de explotación, de vejación, de dominación. Esta mañana tuve suerte de desayunar con Evo Morales. Estábamos desayunando tsunami; el tsunami es una fórmula que tiene Fidel para llegar a 80 años, y aguantar imperialismos, agresiones, enfermedades y todo, recomiendo el tsunami, es una mezcla, 50% de trigo, 25% de avena y 25% de centeno y es una mezcla perfecta.
Desde las primeras rebeliones indígenas, bien recogidas en Túpac Katari, el líder aymara de la hoy Bolivia, a quien descuartizaron los colonialistas, los picaban en pedazos, ustedes saben, les amarraban un caballo aquí, un caballo por acá, otro en cada pierna y halaban, y halaban hasta que eran descuartizados los líderes; genocidio, que algunos pretenden desconocer y pretenden enmascararlo con la tesis de la civilización, de la evangelización y toda aquella tesis, del descubrimiento de América… ¿Descubrimiento? ¡Masacre de nuestra América! Genocidio. Túpac Katari moría, moría cuando lanzó la frase, aquella, como una profecía que hoy se está cumpliendo, dijo el indio: “Muero hoy, pero algún día volveré hecho millones”.
Hoy, Túpac Katari, el que quiera verlo vaya por América Latina, venga por estas tierras, ha vuelto hecho millones.
Ahora, luego comenzaron a cuajar –decía– movimientos independentistas, con proyectos ya ideológicos, proyectos nacionales, proyectos como el de Bolívar, San Martín, el mismo proyecto. Precisamente este año, estamos conmemorando en Venezuela, y en algunas partes de nuestro Caribe y nuestra América, los 200 años exactos de la llegada de Miranda, el caraqueño universal, en una expedición precursora, revolucionaria, a este Caribe y a aquella Suramérica; hace 200 años.
Y estamos aproximándonos a los 200 años de nuestra independencia, 2010, 2011, bicentenario de la independencia de Venezuela y de muchos otros pueblos, de nuestra América; estamos en plena era bicentenaria.
Ahora, cuando aquello ocurría, en esta nuestra América, ya entonces ligada de los indios aborígenes, con la madre África, con la que nos mezclamos, en el dolor, en la pasión, en el amor y en la esperanza, con la África, con la Europa, la Indoamérica nos ligamos todos, nacieron entonces las repúblicas independientes; pero cuando eso ocurría en 1811, 1815,1821,1825; esas primeras décadas del siglo XIX, no había ningún tipo de relación con el África, ni con el Asia, mucho menos. No hubo ningún tipo de relación con movimientos de independencia en África. Seguramente los hubo, pero por aquí no tuvieron impacto.
En Asia, seguramente los hubo, pero por aquí tampoco tuvieron impacto, ni los nuestros tuvieron impacto allá. Ahora, pasaron los años, pasaron los años y llegó el siglo XX, entonces se invirtió el fenómeno, se levantó el África, se levantó el Asia en movimientos de independencia; y así como aquí, surgieron los líderes de la talla de Bolívar, de San Martín, de Martí, de Miranda, de Sucre, de Santa Cruz, de O’Higgins, de Artigas; entonces surgieron, en aquellos mundos del África, en Arabia, en Asia, aquellos líderes, muchos de los cuales fundaron el Movimiento de los No Alineados, después de haber convocado aquella cumbre hace 50 años, en Bandung; Nasser, Sukarno, eran días de heroicidades, Tito, ya Fidel estaba aquí, desde La Habana, Fidel vio nacer aquél Movimiento de los No Alineados, ya el Ché andaba por aquí; luego en el Congo, Vietnam, el África toda, movimientos rebeldes.
Mientras tanto, mientras nacía el Movimiento de los No Alineados, después de Bandung, luego el G-77, América Latina estaba casi toda ella bajo el yugo imperialista norteamericano. El gobierno cubano fue el único que pudo sobrevivir y proyectarse hacia este, el futuro, el hoy del siglo XXI.
Pero yo siempre me he preguntado, ¿qué hubiera pasado en América Latina si no hubiesen derrocado los imperialistas norteamericanos a Jacobo Arbenz, en 1954, invadiendo a Guatemala? Y luego, a Santo Domingo, de Juan Bosch, 1965; si no hubieran derrocado, el imperio norteamericano, a Joao Goulart en el Brasil de aquellos años, y a Haití invadida, y Centroamérica; y Allende un poco después.
En América Latina, el imperialismo norteamericano ha cercenado a casi todos los gobiernos nacionalistas, patrióticos, y revolucionarios que han surgido. Razón tenía Simón Bolívar, cuando por allá en 1826 lo dijo: “Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia para plagar nuestra América de miserias a nombre de la libertad”.
Razón tuvo Bolívar cuando dijo: “¡Cuidado! Que allá arriba tenemos una nación muy grande, muy hostil y capaz de todo”. Razón tuvo también, aquél mexicano cuando lo dijo: “¡Pobrecito México! Tan lejos de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”.
Esa es nuestra realidad, ya Raúl, el presidente Castro, lo denunciaba. Yo también lo denuncio, el imperialismo norteamericano continúa elaborando planes y lanzando conspiraciones contra los gobiernos de Cuba y de Venezuela, y tengo la impresión de que contra otros gobiernos también, satanizando cualquier intento de justicia, de reivindicación de nuestros valores.
Ahora bien, aquellos nuestros próceres comenzaron la independencia en el siglo XIX. Bolívar la llevó más lejos y convocó al congreso unitario de Panamá, en 1826. Hace poco estábamos en Panamá, conmemorando con el presidente Torrijos 180 años de aquella fecha, un congreso unitario, que bien pudiéramos equiparar a la Cumbre Bandung, convocatoria hecha sobre el lomo de los movimientos de independencia y el renacimiento del África, del Asia.
Lamentablemente, América Latina no pudo casi que acompañar, con la excepción de Cuba y alguna otra excepción, el Movimiento de los No Alineados en toda su dimensión, creo que América Latina más bien intentó desde algunos gobiernos desviar el carácter originario del Movimiento de los No Alineados. Lo vivimos en Venezuela, y en otros países, seguro que también.
Hoy, 200 años después, hoy 50 años después de Bandung, aquí está el Movimiento de No Alineados. Creo que entrando a una nueva etapa, así lo creo firmemente y por eso estoy, y estamos aquí, con tanto fervor, con tanto ánimo, con tanta pasión, en esta reunión mundial. Necesario es que ahora confluyamos los movimientos, las ideologías, los gobiernos y los pueblos, que batallamos por un orden internacional justo verdaderamente, por otro mundo necesario, imprescindible y absolutamente posible.
Sí, después de la crisis de los ’80 y de los ’90, aquí está el mundo levantándose de nuevo, uno lo puede ver. Yo creo que hay un amanecer en el mundo; sumemos nuestras fuerzas para empujar el sol, en este nuevo amanecer. Creo que es posible, ahora sí, que después de estos siglos transcurridos, logremos un mundo donde impere, no un país, ni un policía mundial, ni la guerra, ni los cañones, y las bayonetas; sino donde impere el sentimiento más profundo de fraternidad, de hermandad; y como decía Cristo el Redentor, de amor entre nosotros. Ese mundo es posible, el otro mundo no es posible.
O nosotros logramos darle un viraje al mundo y humanizarlo, o la vida en este planeta pudiera acabarse. Estaría en peligro la misma especie humana. Ya lo dijo Fidel, hace unos años, en alguna Cumbre, algún mensaje: “Mañana pudiera ser demasiado tarde, salvemos la humanidad”.
Creo que esta Cumbre de los No Alineados, en esta nueva era que comienza ahora, después de la excelente presidencia de Malasia, ahora con la presidencia de Cuba, rebelde siempre, digna siempre, que nos representa a todos siempre, con transparencia, bajo el liderazgo de Fidel Castro, el Movimiento de los No Alineados, creo que entra en una nueva fase, acoplándose a esta nueva era del mundo, donde debemos demostrar que el Sur también existe, como lo dice Mario Benedetti, en su poema que voy a permitirme leer, solo un verso, porque es parte de la conciencia del Sur.
Somos el Sur, nosotros existimos, y queremos existir en igualdad con el Norte, no subordinados al Norte. Merecemos respeto y tenemos dignidad; solo con un Sur igualado al Norte, este mundo sería posible; si no, este mundo es imposible.
Quizás, como dice algún científico especulando en una hipótesis, que no comparto, pero quizás, dice que a lo mejor, nosotros, la especie humana no fuimos sino un error de la naturaleza, porque a veces la sanguijuelas o las cucarachas tienen mayor sentido de supervivencia que nosotros los seres humanos. Yo no creo eso, creo más bien en Cristo, cuando dijo que el hombre es la esperanza del hombre, que el hombre, el ser humano, pues, es el alfa y el omega.
Dijo Mario Benedetti lo siguiente, con gran profundidad, este gran poeta suramericano:
“Con su ritual de acero, sus grandes chimeneas, sus sabios clandestinos, sus cantos de sirena, sus cielos de neón, sus ventanas navideñas, su culto a Dios padre y de las charreteras, con sus llaves del reino, el norte es el que ordena; pero aquí abajo, abajo, el hambre disponible, recorre el fruto amargo, de lo que otros deciden, mientras que el tiempo pasa y pasan los desfiles, y se hacen otras cosas, que el norte no prohíbe, con su esperanza dura, el sur también existe…”.
¡Hasta la victoria siempre!
¡Patria o muerte, venceremos!
Gracias, Presidente.