Tomado de Rebelión
22/05/2018
En la primera vuelta electoral del Ecuador, realizada el 19 de febrero de 2017, el binomio presidencial Lenin Moreno-Jorge Glas, candidatos de Alianza País (AP), obtuvo el 39.36% de votos entre 8 candidaturas. En la segunda vuelta realizada el 2 de abril, el mismo binomio obtuvo el 51.16% de votos, ganando así, por apenas un pequeño margen, al binomio encabezado por el exbanquero y millonario Guillermo Lasso (48.84% de la votación), candidato de CREO y SUMA, respaldado por elites empresariales, derechas económicas y políticas del país, medios de comunicación privados abiertamente anticorreístas, pero también de sectores de la izquierda tradicional y por los marxistas-probancarios, un fenómeno inédito en la historia contemporánea de América Lat.
Tanto Rafael Correa como AP y los votantes “morenistas”, pero también los opositores, creyeron que el nuevo gobierno sería la continuidad de la Revolución Ciudadana, aunque con nuevo estilo y distinto liderazgo. En su persistente obsesión por la “des-correización” del país, Lasso incluso logró que el Consejo Nacional Electoral (CNE) revisara miles de actas, pues levantó la idea de “fraude electoral” supuestamente favorable al candidato de AP, sin poder comprobar ninguna de sus acusaciones. Bajo ese panorama, nadie imaginó el giro radical que tomarían los acontecimientos.