Tomado de CELAG/Opinión
20/02/2018
La disputa en América Latina ya no es principalmente electoral. La restauración conservadora tiene otros mecanismos. Y no necesariamente son las urnas. La vía elegida casi siempre es otra. Cada caso es diferente: todo depende del país objetivo. Utilizan una u otra herramienta en función del escenario y la disponibilidad. Cada contexto condiciona el método de intervención para detener/eliminar al bloque progresista. Si aún tienen control del Poder Judicial, entonces, se busca esa vía para lograr sentencias en contra; si lo que ostentan es el Poder Legislativo, se procura un golpe parlamentario. Y siempre, sea donde fuere, el poder económico y el poder comunicacional actúan en modo conjunto. El primero usando todas sus armas para poner en jaque el equilibrio económico-social alcanzado; y el segundo erosionando la imagen con posverdades o fake news que acaban siendo parte del sentido común destituyente. Y a esta lista de poderes no falta nunca jamás “el poder internacional”, que se une para aplicar todos los dispositivos de presión posible para deslegitimar cuando conviene, o legitimar opciones no democráticas afines a sus intereses.
En Brasil, claramente no van a permitir que Lula se presente a las elecciones esgrimiendo una excusa judicial sin sentido. Antes, ya habían sacado a Dilma de la presidencia a pesar del resultado electoral con un ridículo pretexto de “pedaleo fiscal” mediante un golpe parlamentario. Poder Judicial y Legislativo, orquestados con el económico y el comunicacional, todo ello con la complicidad internacional, para “ganar” sin tener que pasar por las urnas. Temer gobierna como demócrata a pesar de no haberse presentado a presidente.