

La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, advirtió el miércoles que está enfrentando una amenaza de impugnación y llamados a renuncia por parte de políticos opositores, lo cual calificó de “una versión moderna de golpe de Estado”.
Rousseff subrayó en una entrevista concedida a una radio local que sectores de derecha buscan aprovechar el desequilibrio económico por el que pasa la nación para provocar su salida de la Presidencia.
“Brasil tiene solidez institucional. De todos los países que pasaron por dificultades, no se vio a ninguno proponiendo la ruptura democrática como forma de salida de la crisis”, enfatizó la jefa de Estado.
La mandataria anunció el lunes un conjunto de medidas para equilibrar el presupuesto del año 2016 con un ajuste de 26 mil millones de reales (unos seis mil 700 millones de dólares).
El ministro de Finanzas, Joaquim Levy, indicó que implementarán nuevos mecanismos para aumentar la recaudación fiscal en unos 10 mil millones de dólares a fin de estabilizar las finanzas públicas y recuperar el apoyo de los inversionistas; además de cubrir un déficit de ocho mil millones dólares en el presupuesto del año entrante.
La agencia Standard & Poor’s decidió rebajar la calificación de la deuda brasileña al nivel de “bono basura”, dada la situación de la economía. Rousseff respondió recordándole a la empresa que su país “es mucho mayor que una nota de crédito”.
“Muchos países en esta década pasaron por situaciones difíciles y tuvieron sus notas de riesgo rebajadas. Ya pasó con Estados Unidos, con Francia, Italia, España y ahora pasa con Brasil”, recalcó la dignataria, tras asegurar que así como todos han vuelto a crecer, la nación volverá a crecer.